Tal vez la definición más perfecta de la dinámica de idas y venidas
de la política en torno al soberanismo catalán la dio Manuel Chaves
Nogales al afirmar: “El separatismo es una rara substancia que se
utiliza en los laboratorios políticos de Madrid como reactivo del
patriotismo, y en los de Cataluña como aglutinante de las clases
conservadoras”.
En la redacción de nuestra vigente Constitución no se buscó la
perfección en el diseño del estado autonómico, sino la utilidad de la
norma básica de la que debía emanar el resto del cuerpo jurídico, que
permitiría a todas las nacionalidades y regiones acceder a la autonomía
con las cotas más altas de autogobierno.