No anda muy sobrada Asturias de la necesidad de liberalizar su economía,
de que su entramado burocrático y político dejen de ser un cementerio
regulatorio y proteccionista que frustra cualquier posibilidad de ver
crecer en nuestra región la actividad económica, sin tener que depender
de la eterna subvención para que sea viable. Mientras los principales
estudios de previsiones económicas vaticinan que nuestra economía
regional se situará a la cola del crecimiento de España en los próximos
años, quienes tienen la responsabilidad -desde el gobierno y desde la
oposición- de al menos no poner trabas al desarrollo económico de
Asturias, siguen sin darse por enterados, anclados de los viejos
paradigmas del intervencionismo de la industria carbonera aplicados a
todos los ámbitos de la economía regional como directriz política.
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