Nos
desayunamos esta mañana el enesimo anuncio de que se va a anunciar la celebración delcongreso local del Partido Popular de Gijón. Tras diecinueve
meses de gestora, que aparte incumplir los plazos de duración y convocatoria
marcados por los estatutos del partido de manera flagrante, no ha alcanzado ni
uno solo de los objetivos que se argumentaron para su implantación: ni
pacificación, ni unidad. Y es que es del todo imposible alcanzar objetivos tan
loables, cuando el personalismo se pone por delante de las ideas; cuando la
vocación de servicio debida a los gijoneses y a todos los asturianos, es
substituida por una continua crisis interna que nos ha apartado de la sociedad
gijonesa y asturiana, y de la evolución que el PP ha tenido en toda España.
Gijón es
la primera ciudad de Asturias en número de habitantes y pujanza económica, y el
Partido Popular no puede resignarse a ser la tercera fuerza política en su
ayuntamiento, relegada a la irrelevancia por culpa del juego de sillas interno
que se ventila en los despachos, sin presentar una alternativa real a los
gijoneses, con políticas nuevas y diferentes a las fórmulas ya agotadas.
El Partido
Popular de Gijón no puede tener su vida interna reducida al momento en que se
ocupan cargos de responsabilidad, ensimismado en sus problemas internos, y en
el que los equipos y métodos de trabajo hace tiempo que dieron todo lo que
podían dar de sí. Los nuevos tiempos -los que ya están aquí y han venido para
quedarse- exigen que los partidos políticos que quieran ser alternativa de gobierno,
sean organizaciones dinámicas y abiertas. Tanto el Partido Popular de Gijón
como el de Asturias tiene que ser -y aquí tomo las palabras de mi buen amigo
Borja Semper- organizaciones en las que a sus miembros les unen cuestiones fundamentales pero en el que se permite y se alienta el debate interno y ladiscrepancia. Eso es lo que diferencia la secta de un partido político.
El
Partido Popular de Gijón tiene que ser una organización donde todos los
afiliados sepan que su voz será escuchada y sus derechos respetados, donde sus
opiniones lleguen a conocerse por la dirección del partido, y donde exista
libertad para defenderlas y exponerlas en el marco de un sistema de primarias,
donde los afiliados eligen y concurren libremente para designar a los candidatos,
tanto a los cargos orgánicos como a los públicos. No transitar este camino nos
aboca a la irrelevancia política, y no podemos resignarnos a eso.
El
pasado domingo, la coordinadora general del PP de la Comunidad Valenciana,
Isabel Bonig, hacia un llamamiento para recuperar el alma del PP y a volver aidentificar lo que le defiende, que son las ideas de centro-derecha. El camino
para ello es la convicción de que son las ideas las que terminan cambiando las
instituciones, y no reducir la vida política al consenso sistemático. Porque en
tanto que nos sigamos moviendo más por la lógica del interés que por la lógica
de las ideas, no vamos a poder derrotar a la izquierda ni revertir su sistema
económico estatista, que frena las expectativas de desarrollo de Gijón y de
Asturias.
Dar la
batalla de las ideas exige de un proyecto de rehabilitación ciudadana de
nuestro partido, de apertura a la sociedad, abandonando los sistemas
deliberativos y apostando por un programa de presencia en la calle, en contacto
permanente con la gente de todos los barrios; con menos despachos, concilios y
comisiones, y más contacto con la realidad diaria de la ciudad y los pueblos
del concejo. En un tiempo
en el que las formas de producción, organización del consumo y movilidad de
capitales, personas y bienes esta afectando de manera profunda el carácter de
las ciudades, el Partido Popular tiene que armar y defender un proyecto para
Gijón donde lo global y lo local estén conectados y que priorice un urbanismo
de transformación y reciclaje basa en la activación del centro urbano, la
reprogramación del suelo vacante y del parque de viviendas, la integración y la
hibridación de usos, facilitar a todos una vida urbana saludable, la
incorporación activa de la naturaleza, la sostenibilidad energética y las
formas alternativas de movilidad. En definitiva: un proyecto de ciudad del
mañana, entendiendo que la frontera del mañana está más lejos de las siguientes
elecciones.
Todos
los que compartimos este planteamiento –y me dirijo ahora a mis compañeros del
PP- debemos hacer piña ante estas cuestiones fundamentales y configurar –aparcando
dobleces y cuestiones personales- una alternativa unitaria al ‘más de lo mismo’, al personalismo, a seguir ignorando la realidad que tenemos delante, a tener un partido político ensimismado en su vida interna y que abdique de defender sus principios y valores. Os llamo a ofrecer a Gijón
-y a Asturias- una alternativa real y creíble basada en un proyecto reformista,
moderado y equilibrado; con una política enfocada en la acción de servicio a la
gente, y no en términos de poder por el poder mismo; dejando de pensar en las siglas como un fin en si mismo, sino como una herramienta para transformar la realidad.
¡Hagámoslo!