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27 de marzo de 2013

No mientan, esto no es transparencia

Voluntarioso es el calificativo que mejor encaja para definir el intento del Gobierno de Asturias de elaborar la primera ley de transparencia tras treinta años de gobierno en esta región. Arrastrado por la moda del vocablo lleva meses vendiéndonos un coctel en el que ha decidido mezclar transparencia, gobierno abierto y administración electrónica. El resultado, una vez bien agitado, es un elixir que, adornado con la triple guinda de la demagogia, el buenismo y el falso voluntarismo, es cualquier cosa menos algo que se parezca a mejorar la calidad democrática de los ciudadanos.

El primer y más decepcionante punto del planteamiento del Gobierno de Asturias en su proyecto de Ley de Transparencia es la absoluta ausencia de mención a internet o a la aplicación de una agenda digital o, simplemente a la aplicación de la Agenda Digital Española. No hay, o no se anuncia, una estrategia en telecomunicaciones y sociedad de la información tendente a implantar una interoperatividad real de los sistemas informáticos mediante el despliegue de redes que soporte tanto los servicios de la administración como a los simples usuarios. Ni una palabra, en definitiva, de la eliminación de la brecha digital que existe en la región.
A la par, en el nivel de decepción, está ese cajón de sastre donde pretende meterse, en forma de Ley, "transparencia, buen gobierno y administración electrónica". En aras a no confundir al personal, y básicamente en no venderle motos (cuestiones doctrinales a parte), cada uno de ellos debería ocupar su espacio legislativo propio.
Nos venden apertura de datos como transparencia
Miren, no. Poner a disposición del ciudadano toneladas de datos, siendo condición necesaria para la configuración de un Gobierno transparente, no es suficiente. Datos y más datos parciales y sin contextualizar ni mejoran la calidad de la democracia ni suponen mayor garantía de participación del ciudadano en la cosa pública, cuestionando y participando en la actividad política.
Administración electrónica no es Gobierno abierto, ni transparencia
No, por más que se lo pinten de colores, que los procesos administrativos se tecniquen y se apliquen las nuevas tecnologías no es reflejo ni de transparencia ni de Gobierno abierto. A ustéd le facilitará la vida en su relación con la burocrátizada administración, pero nada más. Gobierno abierto es poner en el centro de atención el resultado con independencia del procedimiento, y es, a la vez, asumir cambios culturales, organizativos y de formas de relación entre administración y administrado para que este último sea el protagonista de la acción política y actor de la misma. Además Gobierno abierto es, no sólo la acción y colaboración del Gobierno con el ciudadano, tiene que ser además un espacio de colaboración inter-gubernamental, con la sociedad civil y con la empresa privada y los emprendedores. Por tanto, mientras en esa anunciada Ley no se establezcan esos espacios de actuación y colaboración de "Gobierno abierto" sólo tendrá el título.
Transparencia no es exhibicionismo
Le digan lo que le digan, que un político haga pública su nómina no es un ejercicio de transparencia, es un deber para con quien se la paga: usted. Quien nada tiene que ocultar nada tiene que temer, y por tanto los alardes por partes de los partidos, haciendo públicas las nóminas que sus cargos públicos perciben del erario público, son un puro ejercicio de exhibicionismo, narcisismo de la pequeña diferencia. El sueldo del político tiene que ser transparente y digno, como el que percibe cualquier persona que trabaja y que tiene necesidades que satisfacer. Pero también, y por tratarse de servidores del pueblo, elegidos por el pueblo y responsables del bien común del pueblo, deben asumir un compromiso de trabajo a cambio de ese sueldo. Eso es lo que dignifica la política.
Podrá comprobar el lector que, con todo lo descrito hasta aquí, el panorama es absolutamente desalentador. Más allá del enunciado de los conceptos, a mayor gloria de las moderna progresía que nos gobierna, se demuestra que la transparencia les da miedo. Porque mientras nos venden su falsa democracia cristalina, las acciones de Gobierno se seguirán tomando al margen del principio máximo que debe inspirar al Gobierno que predique de si mismo que es abierto y transparente: la participación consistente y la codecisión. Eso es transparencia, es política; lo demás un timo.

T

26 de marzo de 2013

Otra política de internacionalización es posible... y necesaria

El Presidente de Asturias de visita en el Canal de Panamá
Concluía el pasado fin de semana la visita de nueve días de la misión comercial organizada por el Gobierno del Principado de Asturias con el sano propósito de abrir las puertas exteriores a las empresas regionales en centro-américa.

Colombia, Panamá y México se encuentran en los puestos más altos de la clasificación de las economías emergentes que despuntan en el mercado globalizado mundial, que la izquierda que gobierna esta región denosta de palabra predicando las "grandes calamidades" que provoca a la economía, mientras encabeza misiones comerciales para aprovechar las oportunidades que ofrece. Así es esta izquierda aturdida y sin rumbo, que brama por la defensa del carbón autóctono y a la vez viaja a Colombia -quinto exportador del mundo del carbón, que constituye el 85% de su comercio hacia el exterior- para ofrecerle el puerto de Gijón como puerta de entrada de sus productos a Europa.

La crítica a los viajes institucionales debe trascender de la simple crítica por el hecho de que la promueva al adversario político, y aportar una verdadera dimensión de su utilidad. La cuestión está en "el qué" o si lo prefieren el "para qué" de estos viajes institucionales en los que, es cierto, las empresas asturianas aprovechan para estrechar lazos comerciales. Esa es su función y esa visión global es la que Asturias necesita para dejar de estar ensimismada y mirar más allá de sus fronteras para buscar sus oportunidades.

Sin embargo el planteamiento sigue siendo erróneo. Un Gobierno como el de Asturias, con el sello de socialista, que predica que España precisa de un cambio de modelo económico y que critica, día si y día también, la burbuja inmobiliaria que nos trajo hasta aquí, no puede ir a vender ese modelo fracasado a las economías emergentes. Internacionalizar la economía asturiana no es buscar en el exterior una solución a lo que aquí ya no funciona como medida transitoria a su resurgimiento. Aquella "boyante" actividad económica basada en el ladrillo no volverá, o no debería volver, si es que realmente hemos asumido las enseñanzas de lo ocurrido en esta crisis.

En Asturias no podemos seguir en el "más de lo mismo". Nuestra región debe pasar página al modelo socialista de los últimos treinta años donde, pese a todos los esfuerzos y la mucha palabrería, hemos recorrido un lento camino de declive que nos ha traído a la cifra record de desempleo. Asturias debe configurar una nueva economía regional basada en el emprendimiento. Asturias debe ser emprendedora o no será. Y para alcanzar ese objetivo es imprescindible que ese nuevo modelo que pretendemos internacionalizar lo construyamos antes aquí, dejando de mirarnos el ombligo y, como dije antes, mirando hacia el exterior.

Asturias no es una región exportadora. Fuera de las cifras de las grandes empresas como ARCELOR, Asturiana de Zinc o Duro Felguera, entre otras, las exportaciones de las PYME asturianas están muy por debajo de la media europea. Y la media es mala: sólo un 25% de las PYME europeas exportan a países comunitarios y soló un 13% lo hace fuera de las fronteras de la Unión Europea.

No perder el tren de la internacionalización es un objetivo común. Pero para que eso suceda la internacionalización de nuestras empresas debe basarse en tres pilares fundamentales:
  1. Una política de clústeres donde empresa y Universidad vayan de la mano, dondel el I+D+i se enfoque a proyectos comunes de esos dos ámbitos y donde el clientelismo político deje paso a los criterios empresariales. La internacionalización está ineludiblemente vinculada con la innovación, a la innovación que debemos construir aquí, fusionando la potencialidad del mundo empresarial y el de la investigación, para escalar cotas en el mercado global.
  2. La política respecto a la Unión Europea es un aspecto inevitable cuando se habla de internacionalización. Nuestra presencia en Bruselas, con la megalomaníaca sede institucional provista de despacho presidencial, se ha circunscrito en exclusiva a la representación en el Comité de las Regiones. Las oportunidades que los diversos programas europeos ofrecen para la innovación y para la internacionalización para las empresas y para la Universidad asturiana deben focalizar la acción de nuestra representación, constituyéndose en un auténtico lobby asturiano.
  3. Los asturianos en el exterior deben ser nuestra cabeza de puente para internacionalizar nuestra Asturias emprendedora. Son nuestro mejor activo para conocer lo que ocurre y se prepara en el mundo globalizado en el que vivimos. Para ello debe establecerse un mecanismo permanente de contacto con todos esos asturianos repartidos por el mundo que acumulan una importante experiencia profesional y empresarial del más alto nivel, que nos ayudará a trazar las estrategias necesarias para que la región emprendedora que debemos ser, proyecte su potencial hacia el exterior.
El cimiento de esos tres pilares debe ser la implicación de la acción internacionalizadora de Asturias en la marca España como vía eficaz de penetración en los mercados exteriores, que a la vez pone al servicio de los exportadores e inversores la imagen de un país de excelencia en todos los ámbitos. Los tiempos de ejecutar acciones individualizadas, tanto en el mercado interior como en el exterior, han demostrado que lejos de ser eficaces, abren aún más la brecha territorial y económica de nuestro país. Cuando la situación del mercado interior, repartido en diecisiete territorios, resiente la propia economía nacional, similar atomización de las acciones internacionalizadoras suponen un esfuerzo estéril, y el dinero público destinado a ello un dispendio que no nos podemos permitir bajo ningún concepto.