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19 de noviembre de 2013

Persistiendo en el error, camino del abismo

Una de las últimas teorías de moda es que a los ciudadanos no les interesa la vida interna de los partidos políticos. Se trata de una afirmación sorprendente en un país donde supuestamente los partidos, conforme recoge el artículo 6 de nuestra Constitución, son  el "instrumento fundamental para la participación política". 


¿Falta de interés o resultado de la ´no política´?. ¿Qué interés puede haber en unas organizaciones sin vida interna o estando esta reducida al momento en que se ocupa un cargo de responsabilidad?. ¿Qué interés puede despertar organizaciones donde los afiliados no son escuchados ni sus derechos respetados?. ¿Qué no respetan ni sus propios estatutos para elegir democráticamente a sus órganos internos, bajo falsas premisas de pacificación y unidad como condición previa coadyuvante de una elección democrática?. 

En su reciente libro 'España, las otras transiciones', Antonio Garrigues Walker al hablar del funcionamiento de los partidos políticos sentencia: sus "mecanismos de actuación prácticos, sus reuniones y cenáculos, constituyen uno de los espectáculos más deplorables de la vida política española [...] En cualquier país una parodia de esta calidad causaría rubor y tristeza, además de comicidad". 

Por su parte Josep Piqué, en su último libro 'Cambio de Era', al reflexionar sobre la necesaria adaptación de nuestros partidos políticos, anclados en un pasado que ya no existe, apunta certeramente dos problemas fundamentales: tenemos un sistema parlamentario en la practica 'viciado' "por el poder de los partidos sobre el poder legislativo y sobre el poder judicial, a través de la supremacía del poder ejecutivo, dominado por un sistema de partidos muy jerarquizados". Un sistema, que a través de su ley electoral refuerza "enormemente el poder de los 'aparatos' de los partidos [...] que rompe el vínculo entre representante y representado y lo sustituye por algo perverso: los representantes se deben a quienes los eligen, que no son los electores, sino las cúpulas de los respectivos partidos". 


¿Falta de interés ciudadano o consecuencias del 'crowding out' que este sistema hace al ciudadano con una vida real, con responsabilidades reales y problemas reales que no puede perder el tiempo en servilismos y clientelismos? ¿Que interés puede suscitar un sistema que, de facto, expulsa de su ámbito las vocaciones genuinas de servicio público?

Se tratará de sostener que, lo hasta aquí relatado, es fruto de mensajes que pretenden arrasar con todo, que intentan hacer creer que los partidos políticos son nidos de intereses particulares o estructuras podridas de poder. Y no sólo eso: se dirá que hay que levantar la voz y alertar sobre el peligro que puede suponer que ese mensaje se instaure en la sociedad. Creo que nadie en España tiene a Garrigues y Piqué por alborotadores partidarios de la política de tierra quemada. Amarrarse al negacionismo de lo que los ciudadanos 'desinteresados' perciben, sufren y les genera desafección, sólo logrará alargar innecesariamente los grandes perjuicios que esta crisis política (unida idefectiblemente a la crisis económica e ideológica que padecemos) está provocando a nuestra democracia.

"Es muy difícil llevar la contraria en España [...] llevar la contraria sin mirar a un lado y a otro antes de abrir la boca [...] llevar la contraria a solas, a cuerpo limpio, diciendo educadamente lo que uno piensa que debe decir, [...] lo que le parece indigno callar, sabiendo que se arriesga [...] al rechazo ofendido de los que le consideran uno de los suyos". Así comienza uno de los capítulos del libro 'Todo lo que era sólido' del reciente Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Antonio Muñoz Molina. Esta dificultad es palmaria cuando, desde dentro de un partido político, militantes con nobles intenciones que entienden la política como vocación y no como un oficio, pretende llevar la contraria y proponer reformas, debatir y confrontar ideas. Como dijo el presidente estadounidense Woodrow Wilson "si quieres hacerte enemigos intenta cambiar algo". Demasiados intereses creados, mucha gente peleando por que los cambios no le perjudiquen, mucha comodidad a vivir de la inercia, mucha tendencia a pensar que una carrera política larga depende de saber evitar meterse en líos. 


¿Falta de interés ciudadano o ausencia de utilidad de la militancia política, como expresión de individualidad de criterio y singularidad, que permite crecer y avanzar no sólo a las personas, sino a los partidos y al sistema democrático? Los llamamientos a la participación, a la implicación e incorporación de más gente a los partidos políticos ya no son atendidos por los ciudadanos, que no ven en ello un cauce libre de participación y que, lejos de tener que someterse a unas mínimas normas de funcionamiento, se encuentran con muros infranqueables de la vieja política, de la 'no política', que está absolutamente desconectada de la realidad en la que pretende subsistir. Nunca antes en la historia de la democracia española la desafección con la política ha sido mayor, y nunca, sin embargo, ha sido más necesario que nos impliquemos en la vilipendiada política. 

En días pasados se cumplía un año de la celebración del Congreso Regional de Partido Popular de Asturias. En aquel momento hice una propuesta  que llame "Asturias, sociedad y valores". Proponía entonces un proyecto de rehabilitación ciudadana, de regeneración y renovación e equipos y sistemas de trabajo, de apertura a la sociedad asturiana, de mirada al futuro y ser creíbles desde la posición en la que nos había colocado las urnas. Los dos hitos fundamentales se basaban en establecer un sistema de primarias y la limitación de mandatos a ocho años. 

Lejos de asumir nada de ello, el Partido Popular ha seguido sumido en la obsesión del desquite y la revancha contra Francisco Álvarez-Cascos, tras su espantada de enero de 2011, culpabilizándole de todos los males que sufrimos, haciendo ver que su desaparición es la medicina que necesita nuestro partido para resurgir en Asturias. Resulta curioso que quien rompió la neutralidad política inherente al cargo que ostentaba, para apoyar a quien reclamaba primarias para elegir al candidato del Partido Popular a la Presidencia del Principado de Asturias, sostenga que una reforma electoral, que contiene las primarias obligatorias, le importa un bledo (sic) a los ciudadanos, al mismo tiempo que nos impide a los afiliados de Gijón ejercer nuestro derecho democrático a elegir a los órganos locales del partido, amparando tal decisión en el "debilitamiento del partido en la ciudad". En definitiva, los problemas que se denunciaban cuando se apoyaba a Álvarez-Cascos, no son ahora combatidos desde la Presidencia del Partido.

La respuesta a este errático proceder queda reflejado en la encuesta que este lunes ha publicado el diario La Razón, que vaticina el peor resultado histórico del Partido Popular en Asturias, empeorando el que hasta ahora ostentaba ese dudoso honor, el de 2012. La estrategia de desgastar a Cascos, de recuperar a aquellos que se fueron con él, ha sido un rotundo fracaso, más allá de los testimoniales retornos de los mas íntimos y allegados. Y ello porque las circunstancias por las que esas personas (militantes y votantes) abandonaron el Partido Popular siguen estando presentes. Y ahí están las encuestas que lo avalan. Quienes no quieren ver la realidad (y pretenden seguir viviendo a su costa, por mala que esta sea), achacaran esta pérdida de intención de voto al desgaste del Gobierno de España. Basta recordar los resultados de las Elecciones Generales 2011 y compararlos con los resultados de las Autonómicas 2012. En apenas seis meses, con Rajoy comenzando a gobernar, se quedaron por el camino 114.703 votos (el 51% de los votos emitidos apenas seis meses antes). ¿Influencia del desgaste del Gobierno? Evidentemente no. Los votantes se mueven en las claves que tocan en cada momento y en cada ámbito, y quienes extrapolan datos de una elección a otra, sólo pretenden inducir al engaño para no asumir responsabilidades del continuo debilitamiento del partido a nivel regional.


Y con todo esto, aún se pretende sostener que la vida interna de los partidos políticos no interesa a los ciudadanos. Ya lo creo que interesa, tanto que los desórdenes internos ( fruto del ensimismamiento en el ejercicio de los cargos orgánicos y en las cuitas internas) y la ausencia de proyecto que ello denota, son castigados electoralmente. De nada sirve declararse inserto en un proyecto nacional y sólido, si luego se hace gala de la incapacidad de transponer ese proyecto a nivel regional y local. Y eso, también es castigado electoralmente. Porque la credibilidad necesita el refuerzo de hechos precedentes que la avalen y de ejemplos constantes que la confirmen. Porque, como ha escrito Percival Manglano en su libro 'Pisando charcos', "un político debe sentir constantemente que lo tiene todo por demostrar, que no hay ninguna renta de la que pueda vivir". 

Los ciudadanos están exigiendo una nueva política, con mentes abiertas y mandos abiertos, con nuevos enfoques y miradas horizontales, porque están cansados del argumentario de pega (que despega al gobernante del ciudadano) y de las hipotecas retóricas con las que se visten los mensajes para que resulten creíbles. Los ciudadanos exigen movimiento, para pensar, para cambiar, para explorar la perspectiva de la mejora basada en la cercanía, la transparencia, el afecto y la confianza; liderazgos de largo alcance, políticas de acción y comunicación que reflejen que sus problemas son atendidos. Y en tanto que esto no se les de, seguirán castigando electoralmente a quien les niegue ese camino, y tomaran el camino de quienes si se lo ofrezcan.



2 de noviembre de 2013

El gallinero

El sentimiento de vergüenza es el único posible ante la situación que se sigue manteniendo en el ámbito político de Asturias. Cada nueva noticia es un nuevo acto de esta interminable ópera bufa, ejecutada por actores que, amparados en sus organizaciones política, se guían por su afán revanchista, abrazando a su peor enemigo para poner el solfa sus más ancestrales y caducos prejuicios, con el único objetivo, ahora reforma electoral mediante, de ganar cotas de poder y aliarse con quien más le conviene. Dejaré para otra entrada de este blog entrar en profundidad sobre la reforma electoral propuesta. Lo que sí hay que dejar claro, para que el engaño no enraice, es que reforzar el sistema proporcional solo refuerza un sistema de políticos de partido que obedecen a la disciplina de partido. Refuerza, en definitiva, el sistema partidocrático, en el que algunos dijeron entraban a regenerar, y ahora dentro, pretende reforzar para habitar cómodamente en él. Refuerza, en definitiva, un sistema político jerárquico agotado, que contrasta con las demandas ciudadanas cada vez más extensas y con más formación e información, que dicen basta a que la delegación política se extienda sin que haya rendición de cuentas, y que reniega de adoptar una posición pasiva y resignada.

El resultado, por todos conocido, es la carencia de un liderazgo para administrar nuestro región, que nos priva de unas propuestas consistentes, que pone en evidencia la falta de criterio en cuestiones de fondo y una falta de perspectiva global muy notable, que pretende taparse con discursos basados en el victimismo exculpatorio característico de los acomplejados políticos, que procuran apartar de si cualquier culpa de la situación que vivimos. Entre acusaciones cruzadas de pactos incumplidos, lo único tristemente relevante es que Asturias y sus problemas siguen siendo ignorados.

Tal degradación de la vida política requiere de inmediato el establecimiento de un consenso que, primero, no debe substituir las responsabilidades propias ni la asunción de los errores cometidos y, segundo, no debe convertirse en objetivo único de la acción política. Desgraciadamente quienes fallan, ensimismados en sus cargos orgánicos, exudando personalismo, son los actores políticos de la región, que se niegan a que Asturias sea una sociedad abierta con debate plural. Una Asturias donde una sociedad horizontal, con más cercanía cognitiva, sea el actor determinante para solucionar los problemas de la región, ante el fracaso estrepitoso del actual modelo, que ha degradado el parlamentarismo y el dialogo que deben prevalecer. De nada sirven ahora los llamamientos a los encuentros y las reuniones, que sólo servirán para seguir constatando que no hay acuerdo. De poco sirve esa vía para, a renglón seguido, decirle al ciudadano que es el de en frente el que no quiere ponerse de acuerdo. Ante tan estrepitoso fracaso, el consenso se ha de generar en la propia sociedad, desde la base, como única vía para la regeneración.

Deben volver el discurso y la acción política para desterrar, de una vez por todas, este gallinero lleno de exabruptos, descalificaciones, insultos y de supuestas conspiraciones y contubernios. Debemos apartar de la vida política de nuestra región a todos aquellos que compartan la opinión de que "todo partido que está en una institución persigue el objetivo de ocupar el gobierno".

Un partido político no debe ser una organización volcada sólo en ganar las elecciones, y mucho menos una organización sustentada en la obsesión del desquite. Eso hay que rechazarlo completamente. Si uno se deja llevar por esas obsesiones ya no es capaz de pensar ni actuar libremente. Un partido político debe estar preparado para estar en el gobierno y también para estar en la oposición, y además de ser capaz de hacer oposición, también tiene que tener capacidad para llegar a pactos con el Gobierno. Si no se hace eso, se está creando una organización sin fundamento ni estructura que no puede ofrecer alternativas serias y creíbles. Para ello, un partido político debe ser una organización abierta, plural y dinámica, donde prime el debate abierto sobre la imposición del argumentario; donde el ejercicio libre de la política permita a todos competir abiertamente, desterrando las leyes de hierro que tan bien describió Robert Michels en el ya lejano 1911.

Si la situación actual, por poco que pueda gustar, ha puesto al PSOE en la tesitura de ocupar el Gobierno de Asturias, debe ejercitarla de manera seria y responsable bajo las premisas anteriormente expuestas tratando de darle una perspectiva global a los problemas y con el objetivo de dotar de estabilidad a la institución en la que se está ejerciendo la representación popular. Con igual objetivo, la oposición debe trabajar desde su posición en esa línea, tratando de mejorar las propuestas del gobierno con propuestas propias, complementarias, serias y, en cualquier caso, no destructivas. Pero sobre todo unos y otros, no deben ofrecerse como instrumento, ni ponerse en la situación de ser rehén, de los democristalinos y salvapatrias que pretenden quitar y poner a su antojo, según sea la contraprestación que reciban a cambio. Lo contrario reflejará desorden interno, ideas confusas y falta de proyecto, acrecentando el hartazgo de los asturianos, que contemplan este gallinero a garrotazos goyescos, este barco con una vía de agua con su tripulación en cubierta matándose a palos, mientras los problemas reales de la región siguen siendo ignorados.





27 de marzo de 2013

No mientan, esto no es transparencia

Voluntarioso es el calificativo que mejor encaja para definir el intento del Gobierno de Asturias de elaborar la primera ley de transparencia tras treinta años de gobierno en esta región. Arrastrado por la moda del vocablo lleva meses vendiéndonos un coctel en el que ha decidido mezclar transparencia, gobierno abierto y administración electrónica. El resultado, una vez bien agitado, es un elixir que, adornado con la triple guinda de la demagogia, el buenismo y el falso voluntarismo, es cualquier cosa menos algo que se parezca a mejorar la calidad democrática de los ciudadanos.

El primer y más decepcionante punto del planteamiento del Gobierno de Asturias en su proyecto de Ley de Transparencia es la absoluta ausencia de mención a internet o a la aplicación de una agenda digital o, simplemente a la aplicación de la Agenda Digital Española. No hay, o no se anuncia, una estrategia en telecomunicaciones y sociedad de la información tendente a implantar una interoperatividad real de los sistemas informáticos mediante el despliegue de redes que soporte tanto los servicios de la administración como a los simples usuarios. Ni una palabra, en definitiva, de la eliminación de la brecha digital que existe en la región.
A la par, en el nivel de decepción, está ese cajón de sastre donde pretende meterse, en forma de Ley, "transparencia, buen gobierno y administración electrónica". En aras a no confundir al personal, y básicamente en no venderle motos (cuestiones doctrinales a parte), cada uno de ellos debería ocupar su espacio legislativo propio.
Nos venden apertura de datos como transparencia
Miren, no. Poner a disposición del ciudadano toneladas de datos, siendo condición necesaria para la configuración de un Gobierno transparente, no es suficiente. Datos y más datos parciales y sin contextualizar ni mejoran la calidad de la democracia ni suponen mayor garantía de participación del ciudadano en la cosa pública, cuestionando y participando en la actividad política.
Administración electrónica no es Gobierno abierto, ni transparencia
No, por más que se lo pinten de colores, que los procesos administrativos se tecniquen y se apliquen las nuevas tecnologías no es reflejo ni de transparencia ni de Gobierno abierto. A ustéd le facilitará la vida en su relación con la burocrátizada administración, pero nada más. Gobierno abierto es poner en el centro de atención el resultado con independencia del procedimiento, y es, a la vez, asumir cambios culturales, organizativos y de formas de relación entre administración y administrado para que este último sea el protagonista de la acción política y actor de la misma. Además Gobierno abierto es, no sólo la acción y colaboración del Gobierno con el ciudadano, tiene que ser además un espacio de colaboración inter-gubernamental, con la sociedad civil y con la empresa privada y los emprendedores. Por tanto, mientras en esa anunciada Ley no se establezcan esos espacios de actuación y colaboración de "Gobierno abierto" sólo tendrá el título.
Transparencia no es exhibicionismo
Le digan lo que le digan, que un político haga pública su nómina no es un ejercicio de transparencia, es un deber para con quien se la paga: usted. Quien nada tiene que ocultar nada tiene que temer, y por tanto los alardes por partes de los partidos, haciendo públicas las nóminas que sus cargos públicos perciben del erario público, son un puro ejercicio de exhibicionismo, narcisismo de la pequeña diferencia. El sueldo del político tiene que ser transparente y digno, como el que percibe cualquier persona que trabaja y que tiene necesidades que satisfacer. Pero también, y por tratarse de servidores del pueblo, elegidos por el pueblo y responsables del bien común del pueblo, deben asumir un compromiso de trabajo a cambio de ese sueldo. Eso es lo que dignifica la política.
Podrá comprobar el lector que, con todo lo descrito hasta aquí, el panorama es absolutamente desalentador. Más allá del enunciado de los conceptos, a mayor gloria de las moderna progresía que nos gobierna, se demuestra que la transparencia les da miedo. Porque mientras nos venden su falsa democracia cristalina, las acciones de Gobierno se seguirán tomando al margen del principio máximo que debe inspirar al Gobierno que predique de si mismo que es abierto y transparente: la participación consistente y la codecisión. Eso es transparencia, es política; lo demás un timo.

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26 de marzo de 2013

Otra política de internacionalización es posible... y necesaria

El Presidente de Asturias de visita en el Canal de Panamá
Concluía el pasado fin de semana la visita de nueve días de la misión comercial organizada por el Gobierno del Principado de Asturias con el sano propósito de abrir las puertas exteriores a las empresas regionales en centro-américa.

Colombia, Panamá y México se encuentran en los puestos más altos de la clasificación de las economías emergentes que despuntan en el mercado globalizado mundial, que la izquierda que gobierna esta región denosta de palabra predicando las "grandes calamidades" que provoca a la economía, mientras encabeza misiones comerciales para aprovechar las oportunidades que ofrece. Así es esta izquierda aturdida y sin rumbo, que brama por la defensa del carbón autóctono y a la vez viaja a Colombia -quinto exportador del mundo del carbón, que constituye el 85% de su comercio hacia el exterior- para ofrecerle el puerto de Gijón como puerta de entrada de sus productos a Europa.

La crítica a los viajes institucionales debe trascender de la simple crítica por el hecho de que la promueva al adversario político, y aportar una verdadera dimensión de su utilidad. La cuestión está en "el qué" o si lo prefieren el "para qué" de estos viajes institucionales en los que, es cierto, las empresas asturianas aprovechan para estrechar lazos comerciales. Esa es su función y esa visión global es la que Asturias necesita para dejar de estar ensimismada y mirar más allá de sus fronteras para buscar sus oportunidades.

Sin embargo el planteamiento sigue siendo erróneo. Un Gobierno como el de Asturias, con el sello de socialista, que predica que España precisa de un cambio de modelo económico y que critica, día si y día también, la burbuja inmobiliaria que nos trajo hasta aquí, no puede ir a vender ese modelo fracasado a las economías emergentes. Internacionalizar la economía asturiana no es buscar en el exterior una solución a lo que aquí ya no funciona como medida transitoria a su resurgimiento. Aquella "boyante" actividad económica basada en el ladrillo no volverá, o no debería volver, si es que realmente hemos asumido las enseñanzas de lo ocurrido en esta crisis.

En Asturias no podemos seguir en el "más de lo mismo". Nuestra región debe pasar página al modelo socialista de los últimos treinta años donde, pese a todos los esfuerzos y la mucha palabrería, hemos recorrido un lento camino de declive que nos ha traído a la cifra record de desempleo. Asturias debe configurar una nueva economía regional basada en el emprendimiento. Asturias debe ser emprendedora o no será. Y para alcanzar ese objetivo es imprescindible que ese nuevo modelo que pretendemos internacionalizar lo construyamos antes aquí, dejando de mirarnos el ombligo y, como dije antes, mirando hacia el exterior.

Asturias no es una región exportadora. Fuera de las cifras de las grandes empresas como ARCELOR, Asturiana de Zinc o Duro Felguera, entre otras, las exportaciones de las PYME asturianas están muy por debajo de la media europea. Y la media es mala: sólo un 25% de las PYME europeas exportan a países comunitarios y soló un 13% lo hace fuera de las fronteras de la Unión Europea.

No perder el tren de la internacionalización es un objetivo común. Pero para que eso suceda la internacionalización de nuestras empresas debe basarse en tres pilares fundamentales:
  1. Una política de clústeres donde empresa y Universidad vayan de la mano, dondel el I+D+i se enfoque a proyectos comunes de esos dos ámbitos y donde el clientelismo político deje paso a los criterios empresariales. La internacionalización está ineludiblemente vinculada con la innovación, a la innovación que debemos construir aquí, fusionando la potencialidad del mundo empresarial y el de la investigación, para escalar cotas en el mercado global.
  2. La política respecto a la Unión Europea es un aspecto inevitable cuando se habla de internacionalización. Nuestra presencia en Bruselas, con la megalomaníaca sede institucional provista de despacho presidencial, se ha circunscrito en exclusiva a la representación en el Comité de las Regiones. Las oportunidades que los diversos programas europeos ofrecen para la innovación y para la internacionalización para las empresas y para la Universidad asturiana deben focalizar la acción de nuestra representación, constituyéndose en un auténtico lobby asturiano.
  3. Los asturianos en el exterior deben ser nuestra cabeza de puente para internacionalizar nuestra Asturias emprendedora. Son nuestro mejor activo para conocer lo que ocurre y se prepara en el mundo globalizado en el que vivimos. Para ello debe establecerse un mecanismo permanente de contacto con todos esos asturianos repartidos por el mundo que acumulan una importante experiencia profesional y empresarial del más alto nivel, que nos ayudará a trazar las estrategias necesarias para que la región emprendedora que debemos ser, proyecte su potencial hacia el exterior.
El cimiento de esos tres pilares debe ser la implicación de la acción internacionalizadora de Asturias en la marca España como vía eficaz de penetración en los mercados exteriores, que a la vez pone al servicio de los exportadores e inversores la imagen de un país de excelencia en todos los ámbitos. Los tiempos de ejecutar acciones individualizadas, tanto en el mercado interior como en el exterior, han demostrado que lejos de ser eficaces, abren aún más la brecha territorial y económica de nuestro país. Cuando la situación del mercado interior, repartido en diecisiete territorios, resiente la propia economía nacional, similar atomización de las acciones internacionalizadoras suponen un esfuerzo estéril, y el dinero público destinado a ello un dispendio que no nos podemos permitir bajo ningún concepto.


13 de febrero de 2013

Nueva concertación, mismas políticas fracasadas

 
El pasado fin de semana se firmaba dicho acuerdo de concertación sin que se haya cambiado el concepto de lo que hasta hoy se sigue presentando como acuerdos, como consensos, como pactos sociales; y que siguen siendo, en realidad, la expresión de un mero reparto de subvenciones o fondos, sin compromisos reales en la dirección de generar prosperidad para Asturias.
 
Dice el Gobierno de Asturias que el hecho de que sea "habitual" la firma de acuerdos de concertación no debe hacer que éstos sean objeto de "olvido o menosprecio" dado que tienen una importante significado en un momento "tan difícil" como el actual.  ¿Que significado?. Ni es este momento ni en otro se ha logrado ningún objetivo de los anunciados (y nunca evaluados). El resultado esta a la vista de todos: Asturias ha alcanzado una cifra histórica de desempleo con más de 100.000 personas sin trabajo. Quizá algo se haya hecho mal en esos sucesivos pactos de concertación y debería revisarse, pero lo único que se hace es reeditar pactos y políticas que han sido un sonoro fracaso.
 
Abunda más el Gobierno de Asturias y dice que el pacto con sindicatos y empresarios pone en valor la capacidad de entendimiento de las partes para acordar un texto que es "una declaración contra la resignación y el abatimiento" que a dar una salida "diferente" a la crisis.  ¿Salida diferente?. Lo que aquí se concierta trae más de lo mismo: empleo precario, "ladrillismo" y como resultado final personas que, tras un breve espacio de contratación bajo el paraguas de la administración, vuelven a engrosar las listas del paro. No hay en ello declaración alguna contra la resignación y el abatimiento. Lo que si hay es una incapacidad total para acometer la autocrítica y asumir la responsabilidad en el fracaso de una concertación que no ha aportado nada a la generación de actividad empresarial y a la creación de empleo estable (salvo en la administración, claro).
 
Para rematar el Gobierno de Asturias dice lamentar que una iniciativa similar no se haya firmado a nivel nacional, apuntando que la concertación lanza a la sociedad "una señal nítida de estabilidad frente al justificado desasosiego de los ciudadanos" y constata la capacidad del Gobierno asturiano "de ofrecer una alternativa política al discurso único de la austeridad abrasiva". ¿Señal nítida?. ¿Alternativa?. Estas palabras sólo evidencian una cosa: que el único objetivo del Gobierno socialista de Asturias es hacer oposición al Gobierno de España. La alternativa a una fracasada concertación es plantear nuevos objetivos y nuevas políticas, no persistir en el error y buscar culpables fuera. Lo verdaderamente abrasivo es no tomar una dirección avalada por objetivos concretos y cuantificables en busca del incremento la actividad económica, el empleo y el dinamismo de nuestra sociedad. Lo verdaderamente abrasivo es seguir en el tiempo de pedir y no dar, en lugar de dar para exigir.
 
 

4 de enero de 2013

¡Basta ya de esconderse detrás del carbón!

Vuelven a revolver las aguas del carbón de Asturias quienes se han instalado en la mentira como norma de acción política para ocultar la nefasta gestión de la reconversión de la industria extractiva del carbón.
 
Basta de mentir a los asturianos y a dar falsas esperanzas: el futuro de la minería del carbón en Asturias es de sobra conocido, porque su camino ha sido trazado hace tiempo. Un camino con el que los socialistas, que ahora tanto braman en la búsqueda de un futuro para el sector, fueron anuentes. Sólo desde el más burdo electoralismo se puede mantener, como lo hace el Gobierno de Asturias, la negación a asumir que el final de la minería del carbón en España y Asturias es un proceso irreversible. Tan sólo se mantendrán unas pocas explotaciones (siguiendo criterios de costes de extracción y calidad del producto) que serán declaradas "estratégicas".
 
En ese camino trazado estaban los "fondos mineros" para reindustrializar las comarcas mineras y generar empleo alternativo. La reindistrualización ha sido imaginaria, la generación de empleo inexistente. Parcheos de infraestructuras, establecimientos hosteleros, polideportivos sin uso, centros de interpretación de lo minero y lo no minero, museos de lo más variopinto, polígonos industriales yermos de ocupantes y la propaganda y la promoción están a la vista; pero no han logrado, ni de lejos, cumplir el objetivo para el que fueron creados los fondos mineros. Y lo que es más grave: en muchas ocasiones se han utilizado para ejecutar inversiones que las administraciones debieran haber hecho con sus propios recursos. La demoledora comparación entre empleo perdido y empleo creado no admite discusión: 50-60% frente a 4-6%.
 
Quienes ahora anuncian nuevas movilizaciones sindicales, y quienes las apoyan desde sus puestos en los gobiernos locales y regional (actores todos ellos de la construcción de semejante desastre) deberían asumir su responsabilidad y dejar el descaro y la elocuencia pidiendo al Gobierno de España que revise y negocie el próximo Plan del Carbón. Ese planteamiento manifiesta la solapada intención de erigirse en "hacedores" de acuerdos del carbón que falsariamente salvan el sector, para seguir, de ese modo, soslayando su responsabilidad en el inane proceso de reconversión.

La resignación de quienes pretenden seguir gobernando Asturias bajo el letargo del subsidio, el sueño de la prejubilación y la cultura del mínimo esfuerzo no debe abocarnos a renunciar a una alternativa real, con políticas nuevas y diferentes a las fórmulas fracasadas y agotadas. Por ello, hay que exigirle al Gobierno de Asturias que actúe, que ponga encima de la mesa nuevas políticas e iniciativas propias, y deje de atecharse esperando a que la crisis y la decadencia de nuestra región desaparezcan, como quien espera que la tormenta escampe.

Asturias debe ser emprendora, o no será. Nuestra región tiene que hablar de cuestiones modernas y de futuro como la innovación, las nuevas tecnologías, la reducción de CO  o la “economía verde”. Tiene que ser una Asturias totalmente distinta a la que nos ha tocado vivir, donde los jóvenes creen empleo en vez de buscarlo, una Asturias atractiva para invertir. La cultura de "la fabricona" como columna vertebral de nuestra economía regional es un capítulo pasado de la historia de Asturias, que debe afrontar el futuro abriéndose hacia el exterior y dando un giro de ciento ochenta grados en el rumbo que hemos seguido destruyendo empleo en lugar de crearlo.